jueves, 9 de agosto de 2012

Decepción.

Me levanto. Hoy es un día normal como cualquier otro, supongo. Me pongo a pensar y recuerdo que estoy esperando respuestas pero como todos mis días de verano estoy demasiado ocupada para ponerme a perder el tiempo en simples 'respuestas'. Es un día caluroso, entretenido para variar. En todo el día no he tenido tiempo para pensar, tampoco me ha importado demasiado no hacerlo. Pero ahí, cuando se acaba el ajetreo llega el momento de la respuesta, la busco, impaciente pero me doy cuenta de que no la hay, que simplemente no me ha querido contestar. Piensas que es una pregunta inocente pero al final como muchas otras preguntas seguirán esperando una respuesta. Poco a poco, no sé si con el tiempo o con las decepciones, aprendes que muchas de tus preguntas no tienen respuestas, mejor dicho tienes muchas preguntas que nadie te ha querido responder. Eso es lo malo de ser una adolescente, tienes muchas preguntas y no puedes buscar las respuestas. Siendo sincera no estoy enfadada. Nadie tiene la obligación de responderme. Simplemente siento decepción, no preguntes por qué pero esta vez esperaba que las cosas fueran diferentes, aun que fuera solo un poco. Me encantaría poder sonreír con razones, gritar al mundo, saltar sin miedo a caerme.
  Bueno ya paro de decir tonterías, en realidad, los finales felices solo están en los cuentos, ¿verdad?

lunes, 6 de agosto de 2012

Ella.

¿Alguna vez has aguantado la respiración hasta no poder más? ¿Alguna vez te ha cogido una ola y has salido casi asfixiado? Entonces entenderás esta sensación. La necesidad de aire, ese vacío en el pecho, esa necesidad de llenarlo. ¿Te acuerdas de esa agonía cuando ese aire no entra? Esa vulnerabilidad que se siente al saber que has hecho todo lo posible, que ahora solo puedes esperar...Que no sabes cuando volverá que lo has dejado marchar. Yo siento esa agonía, siento como cada vez tengo menos aire porque tengo que ver como se va y tengo que aguantarme y aunque sea lo mejor que puede hacer, no os imagináis lo que duele. Hoy es seis, hace ya un mes desde la última vez que te he podido abrazar y si crees que eso es mucho no quiero imaginar lo que es esperar otros 4 meses más, ¿has intentado estar 4 minutos sin respirar? Pues entonces entenderás que me alegre de tu oportunidad que quiero que la disfrutes pero tú tienes que entender que no pueda evitar llorar al pensar que no  voy a poder verte sonreír, que me duele como un puñal solo poder oírte por teléfono y no te imaginas lo duro que es oírte decir que necesitas un abrazo cuando no puedo dártelo.
Si no fueras tan importante, si no fueras como eres, si no me sacaras un millón de sonrisas diarias quizás y solo quizás dejaría de llorar.